El llamado “discurso para la historia” de José Antonio Kast terminó recordándose por otra cosa: una falla del teleprompter que lo dejó inmóvil frente al público, sin saber cómo seguir y recurriendo a una frase que no estaba en ningún libreto. El episodio corrió como pólvora en redes, donde muchos lo leyeron como el síntoma perfecto de una candidatura que depende más del guion que del contenido. Y la gallá no lo perdonó: los comentarios están que arden.

