Darle jugo a un artista gráfico como Damivago es cruzar el límite de la amargura. Sus viñetas, incluso las más ácidas, llevan un toque de ternura.
Claro, menos para la Leslie Ayala que critica dichas viñetas, pero callampín bombín con todos los condoros de los acusadores de Jadue. Tema con el que ella misma hizo aspavientos. Esto pasó:



