1 de Noviembre de 2025
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El martes pasado, Diego Paulsen, jefe de campaña de Evelyn Matthei, sorprendió a la opinión pública al calificar al gobierno de Gabriel Boric como un “gobierno de atorrantes”, en medio de la recta final de la campaña presidencial.

El lenguaje ofensivo, poco habitual en su bloque, desató de inmediato una ola de críticas desde el oficialismo y amplificó el clima de polarización política.

En paralelo, Manuel José Ossandón, presidente del Senado y también miembro de Renovación Nacional, salió a poner distancia respecto de la jugada de Paulsen. Aunque del mismo partido, Ossandón lo ninguneó públicamente al referirse a su contraparte como “segunda línea”, lo que implica un claro reproche tácito a su protagonismo y estilo. Esta intervención funcionó como un intento de contener el daño reputacional al bloque de derecha moderada.

La tensión ahora escaló en dos frentes: por un lado la campaña de Matthei defiende el uso de un discurso agresivo para recuperar visibilidad en las encuestas; por otro, Ossandón reivindica una línea más institucional y visible desde la mesa del Senado. En este choque interno se evidencia la fractura de estrategias dentro de la derecha: entre quienes apuestan al enfrentamiento frontal y quienes buscan conservar tono y gobernabilidad.

Acá el momento:

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