La expresión “Chile se cae a pedazos” es un recurso retórico exagerado y absolutamente carente de sustento en la realidad objetiva. Se ha usado en ciertos espacios políticos y mediáticos para instalar un clima de catástrofe permanente, pero al contrastarla con los indicadores internacionales queda en evidencia lo absurdo de la afirmación. Chile es uno de los países con mejores índices de desarrollo humano en América Latina, lidera el Índice de Progreso Social en la región y mantiene cifras sólidas en educación, salud, esperanza de vida y calidad institucional. Hablar de un país “derrumbado” es más un slogan efectista que una descripción seria.
Más aún, incluso en temas sensibles como seguridad y economía, los datos muestran que Chile está en mejor posición relativa que la mayoría de sus vecinos. La tasa de homicidios, aunque preocupante para la opinión pública, es bastante más baja que en países donde efectivamente existe una crisis de violencia desbordada. En lo económico, el país se mantiene entre los de mayor PIB per cápita y estabilidad macroeconómica de la región. Por tanto, repetir frases como “Chile se cae a pedazos” no solo es falso: es irresponsable, porque niega los logros reales y dificulta un debate basado en hechos, reemplazándolo por consignas vacías que alimentan el pesimismo artificial.
Acá, sumándose al festival de políticos yendo a fondas a dar la cacha, se le suma a la peluche el diputado Tongton, o Longton: