25 de Diciembre de 2025
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La senadora electa Camila Flores se tomó la pantalla para hacer un alto en la indignación y comentar, con ceja levantada incluida, la sorpresiva visita de José Antonio Kast a Michelle Bachelet. La reunión, que duró casi dos horas, dejó a más de alguno en la derecha mirando el televisor como cuando el villano se sienta a tomar té con el héroe. Kast dijo que fue a pedir consejos y que no hablaría —por ahora— del apoyo a la ONU, pero el daño ya estaba hecho: las dudas quedaron instaladas.

En el programa Sin Filtros, Flores aseguró que en Valparaíso la gente estaba más confundida que lector de horóscopo en año bisiesto. Según contó, muchos le preguntaban qué significaba esta cercanía con Bachelet y si había algún respaldo oculto en camino. Aunque dijo entender que Kast se reúna con expresidentes, como Frei, la falta de contexto la llevó a sospechar que detrás del café y las conversaciones amables podía haber algo más que simples consejos de exmandataria.

Finalmente, la parlamentaria lanzó la advertencia: pidió una aclaración urgente y recalcó que el electorado de derecha no votó para ver a Bachelet nuevamente orbitando el poder con ayuda ajena. Recordó que la elección fue “contundente” y que, a su juicio, el mensaje era justamente lo contrario: dar vuelta la página. Si esta va a ser la tónica del próximo gobierno, remató, no sería una señal confusa… sería derechamente una señal con intermitente malo para quienes se sacaron la mugre apoyando a Kast.

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