Magdalena Merbilháa, historiadora de carrera y panelista frecuente en el debate político-televisivo chileno, ha hecho del “volumen al máximo” su estrategia de marca. En el programa Sin Filtros, es reconocida por lanzar frases lapidarias sin filtro —por ejemplo, sugirió que “no te puedes ir a tu casa antes que tu jefe”.A primera vista, parece que el micrófono la elige a ella… y no al revés.
Lo curioso es que mientras muchos invitados van con apuntes y datos, Merbilháa corre con su melodía propia: voz en alto, tono exaltado, como si cada intervención fuera el acto final de un recital. Esto no la hace menos preparada —de hecho es académica—, pero sí deja la sensación de que el debate se convierte a veces en una subida de decibeles antes que en un intercambio de ideas.
Su frase sobre la ética laboral —“si tu jefe se va tarde, lo lamento, te tienes que quedar — despertó cantidad de memes y comentarios irónicos: muchos la leyeron como una imposición de etiqueta de oficina ochentera en pleno siglo XXI. Más que una reflexión, pareció un guion de supervisor vintage que se resiste al timbre de salida.
En definitiva, Merbilháa aporta al panel intensidad, polemismo y frases que predominan en titulares antes que en análisis. Si la idea del programa es “sin filtros”, entonces ella lo pinta con brocha gruesa. Ahora bien: en medio de tanto volumen, queda la pregunta —quizás retórica— de si todos los oponentes tienen que gritar para ser escuchados, o si basta hablar para que se escuche.
Fien a su estilo, gritaba fuera de si por el famoso mérito, ¿dónde? obviamente en Sin Filtros, en donde el candidato a diputado Rodrigo Rettig, la dejó calladita con este discurso: