
Ximena Rincón ha construido una carrera política marcada por los giros estratégicos más que por una línea ideológica clara. Comenzó su vida pública en el Partido Demócrata Cristiano (PDC), donde durante años encarnó la tradición de centro ligada a la Concertación. Sin embargo, con el paso del tiempo, su postura fue mutando según el clima político, los equilibrios internos de su partido y las coyunturas nacionales.
Un ejemplo claro fue su papel en el proceso constitucional. Primero se mostró favorable a una nueva Constitución y participó en el debate inicial, pero luego encabezó la campaña del Rechazo en 2022, posicionándose como una de las figuras más visibles contra el texto propuesto, en abierta disidencia con sectores de centroizquierda. Esa decisión la distanció de la DC y terminó por empujarla a renunciar al partido histórico en el que había militado por décadas.
Más tarde, junto a otros ex-DC, fundó el partido Demócratas, buscando un nicho en el centro político, pero rápidamente se la ha visto acercándose a posiciones de derecha liberal e incluso colaborando con proyectos de corte conservador. Su discurso se adapta a las coyunturas: a veces habla en clave progresista, otras en un tono moderado de centro, y en ocasiones con un énfasis de derecha.
Este zigzagueo político le ha dado visibilidad, pero también la ha convertido en un símbolo de la volatilidad y pragmatismo extremo en la política chilena. Sus constantes giros dejan dudas sobre si responde a convicciones profundas o a cálculos tácticos para sobrevivir en un escenario donde los partidos tradicionales están en crisis.
Hoy en día aparece con Matthei levantando las manos y hace poco, le atribuyó la reforma de pensiones a Piñera. Cero pudor. Aparte bloquea el post para que nadie responda:
Esta señora no tiene convicción política. Solo mira sus propios intereses. Cambiar de centro izquierda a la derecha radical. Traidora a los que votaron por ella, peor aún traidora Asia ella misma.