
Hay una especie nueva en la fauna política: los “anticasta mantenidos”. Son esos personajes que gritan contra los “parásitos del Estado”, pero si uno revisa su currículum, descubre que no han trabajado jamás sin plata fiscal de por medio.
Viven indignados con los sueldos públicos… menos con el suyo, claro.
Hablan de “mérito” mientras acumulan asesorías, becas, cargos a dedo y fondos públicos. Son tan enemigos del Estado que —por coherencia— uno esperaría verlos emprendiendo algo propio. Pero no: si no hay un ministerio, una fundación estatal o una oficina parlamentaria, se desorientan como gato en bote.
Y ahí están, los abanderados del esfuerzo individual, defendiendo con pasión su derecho a seguir cobrando del mismo bolsillo que critican.
Porque si algo saben bien estos “libertarios de presupuesto fijo” es que vivir del Estado es malo… salvo que el beneficiado sea uno.
En resumen: menos “anticasta”, más pega real.
Y si van a seguir viviendo del Estado, al menos que tengan la decencia de no morder la mano que les paga el café y el Wi-Fi.
Es el caso de Cristián Valenzuela, asesor estrella del equipo de Kast, quien se mandó una columna llamada parásitos, para criticar a esta casta. Con lo que no contaba el gordito es que sacarían a relucir su currículum. Este es el resultado:
