
La polémica entre el programa infantil 31 Minutos y sectores vinculados a José Antonio Kast surgió a raíz de decisiones de algunos concejales del Partido Republicano, quienes votaron en contra de financiar presentaciones del show en espacios municipales. Los detractores de esa medida denunciaron un intento de censura ideológica, acusando que se estaba castigando a un proyecto cultural por considerarlo “de izquierda” o contrario a ciertos valores conservadores.
El conflicto tomó mayor notoriedad cuando, durante un debate presidencial entre Kast y Gabriel Boric, un periodista mencionó el caso directamente, convirtiendo al programa en un símbolo dentro del intercambio político. Kast respondió que sus propios hijos escuchaban las canciones de 31 Minutos, intentando desmarcarse del episodio y restarle gravedad a las acusaciones de censura.
Para muchos observadores, el rechazo de fondos no fue un simple trámite administrativo, sino una señal de cómo ciertos sectores buscan controlar los contenidos culturales con criterios ideológicos. Argumentaron que 31 Minutos, aunque se presenta como un programa infantil, siempre ha incluido humor social y mensajes críticos, lo que incomoda a visiones políticas más rígidas.
Los cercanos a Kast defendieron la decisión de los concejales, señalando que los recursos municipales deben asignarse mediante concursos abiertos y no por asignaciones directas, negando cualquier motivación política. En esa línea, plantearon que el programa no fue “censurado”, sino que simplemente no cumplía con los procedimientos formales para recibir apoyo económico.
Pese a esas aclaraciones, la controversia creció en redes sociales y medios, donde 31 Minutos fue reivindicado como símbolo de libertad creativa y de resistencia cultural frente a la censura. Su éxito internacional, incluido su paso por escenarios como el Kennedy Center de Washington, fue recordado como evidencia del valor artístico y social del proyecto.
En conclusión, la disputa entre 31 Minutos y el entorno político de Kast refleja un choque más amplio entre la cultura y la política en Chile: de un lado, quienes defienden la autonomía del arte; del otro, quienes buscan que los fondos públicos sigan criterios morales o administrativos más estrictos. Aunque la polémica no pasó a mayores, dejó expuesta una tensión persistente sobre qué papel debe tener la ideología en la gestión cultural.
Ante tanta polémica, apareció este video de 31 Minutos agarrando pal hueveo a Kast. Cine. Épico: